La reciente partida de Domitila Cuyul, última Maestra de Paz huilliche en Chiloé, ha dejado un vacío profundo en la preservación del patrimonio cultural y espiritual de su pueblo.
Con 97 años de vida, Domitila fue mucho más que una guía espiritual y cultural para su comunidad; representó una conexión vital con los saberes ancestrales, el respeto a la naturaleza y el ritmo sagrado de la vida.
En esta entrevista, Macarena Roca, autora del libro Domitila, encantadora de las aguas, reflexiona sobre el impacto de la muerte de esta figura en su comunidad, los desafíos de mantener vivas las tradiciones y el legado que Domitila deja para las futuras generaciones. A través de su testimonio, Roca nos invita a comprender la importancia de preservar y honrar las prácticas y valores de nuestros pueblos originarios, ofreciendo una mirada esperanzadora sobre el rol de las nuevas generaciones en este camino de preservación cultural.
Aquí te dejamos la entrevista con Macarena:
- ¿Cuáles crees que son las consecuencias de la partida de Domitila Cuyul para el patrimonio cultural y espiritual de Chiloé?
"Tiene consecuencias enormes. Ella era la última Maestra de Paz del pueblo huilliche, es decir, la última mujer que estaba completamente preparada para todos los ritos y tradiciones que tenían que ver con la condición sincrética, a la cual el pueblo huilliche, junto con el Estado chileno, habían llegado desde hace ya muchos años. Esto viene desde épocas de la colonia y luego la independencia, entonces, esto tiene una larga, larga data.
Tiene una representación simbólica muy importante para el trabajo mancomunado que se debe tener dentro de las comunidades de los pueblos originarios con, en nuestro caso, el Estado chileno. ¿Y cómo ha pegado esto espiritualmente en Chiloé? Muchísimo. Tengo muchos amigos en la zona, cercanos a la comunidad de Domitila: profesores, generalmente académicos, poetas, que están con una pena negra, negra. Se les fue la maestra, se les fue la abuela, la mamá. Sienten un gran, gran pesar.
Ella era una mujer tremendamente necesitada por su pueblo. A mí me tocó estar con ella en una ocasión en la que me invita a celebrar el We Tripantu, Año Nuevo Mapuche, y pude evidenciarlo: el amor y cariño que la gente tenía con ella era enorme."
- ¿Qué desafíos existen hoy en día para preservar las tradiciones que Domitila practicaba?
"Ella preparó a un nieto, que es el nieto con el cual ella vivía en su casa. Cuando conversé con él, me dio justamente la sensación de que él estaba estudiando, se estaba preparando, se estaba perfeccionando en un montón de conocimientos ancestrales que Domitila le pasaba.
Pero hay algo que no es aprendible, que tiene que ver con la experiencia vital: tú puedes narrar historias, puedes contar experiencias que te han sucedido, pero, en la medida en que esas no han sido las tuyas, nunca va a ser realmente una experiencia vital."
- ¿Cómo crees que podemos honrar y continuar el legado de personas como Domitila en el mundo moderno?
"Es una muy bonita pregunta. Primero, creo que entendiendo el respeto a la naturaleza, el respeto a los tiempos propios y, en torno a eso también, a las tradiciones. Según Domitila me explicaba, las tradiciones no son solo provenientes de una cultura humana, sino que también hay una cultura natural, una biocultura, y que hay que respetar también esos tiempos: los tiempos de siembra, de cosecha, los tiempos de la luna y los tiempos también de cada individuo dentro de esa biodiversidad, donde muchos otros se encuentran y conviven entre sí.
Yo creo que una cosa hermosa que Domitila tenía era la espera, saber esperar los tiempos, los momentos, la llegada del sol, la llegada de la luna, el amanecer, el anochecer; todos los tiempos vitales que permitían comprender el paso de lo que nosotros en la modernidad llamamos tiempo cronológico, que no es más que una invención."
- ¿Qué piensas que podríamos aprender hoy en día de los valores y conocimientos que Domitila preservó?
"Muchísimo, muchísimo. Yo creo que hoy, más que nunca, estamos afectos a mucho cansancio. De hecho, nuestros niños desde muy pequeños están muy cansados y agotados por la cantidad de deberes que tienen en el colegio, en sus casas, deberes sociales, deberes con su familia. Hoy día los niños tienen, que también es muy sintomático, en sus habitaciones, un planner, hay una agenda abierta por semana, entonces no hay un tiempo realmente de entregarse a los movimientos y a los ritmos propios de la naturaleza.
Yo creo que eso es algo a lo que nosotros debemos volver. Y, así como lo contaba la Maestra de Paz, con su cosecha de mariscos, el encuentro entre mundos es necesario también para maravillarse frente a aquello que la razón, la lógica, la experimentación, no te lo entregan. Muchas veces nosotros escuchamos a nuestros propios colegas, en el caso de la universidad, hablar acerca de que si algo no está publicado, no está investigado, no ha habido un carácter científico de por medio, no hay un método científico que avale aquello, entonces la comunidad científica no lo puede avalar, y si no está avalado, entonces no existe.
Esto es un poco lo mismo que le pasó al mundo a comienzos del siglo XX, cuando surgieron nuevas formas de pensar el arte que nunca habían integrado el arte del siglo XIX, y nunca habían integrado nociones que para el siglo XX fueron absolutamente necesarias, como el inconsciente, las pulsiones vitales, los recuerdos, las autobiografías, las narraciones menores, las cartas de amor, las bitácoras, etc. Aprender a entender también las subjetividades en el conocimiento, eso es absolutamente necesario, y Domitila, de algún modo, lo hizo ver."
- ¿Tienes alguna anécdota o recuerdo especial de tu tiempo investigando a Domitila que te gustaría compartir?
"Sí, tengo varias, pero hay una muy bonita que se me viene a colación. En esa ocasión, que estuvimos en la noche celebrando el We Tripantu, que estuvimos preparando la cena con toda la comunidad, la comida por la noche, tuvimos que marcar varios hitos dentro de esa noche. Me acuerdo que había una pequeñita, que ya no era tan pequeñita, tenía unos 12 años, y era una niña que tenía muchos problemas de lectoescritura. Estaba dentro de la comunidad, celebrando, y en algún minuto alguien le pidió que anotara una receta y la niña se vio en problemas porque no supo llevar esa receta a cabo en su escritura: las medidas, denominaciones de kg, onzas, etc. Ella estaba muy avergonzada y estábamos todos en silencio, las mujeres que estábamos adentro pelando papas.
En eso entra Domitila, en un acto tan generoso, tan bondadoso; le pone la mano en la cabeza, la palmea un poco y le dice: 'Tranquila, chiquilla, tú tienes un don, y te falta mucho todavía por descubrirlo'. Entonces, es como sacarse el estigma de que la niña, en este caso, que tenía la edad avanzada de 11, 12 años, que tenía serios problemas de lectoescritura y estaba atrasada dentro de la lógica occidental. Bastó que llegara Domitila, que le hiciera ese gesto tremendamente amoroso, tierno, y que la reincorporara a la vida y al sentido de su vida, que puede ser otro perfectamente y no el que estamos esperando en Occidente. Creo que fue un hermoso momento."
- ¿Cómo ves el papel de las nuevas generaciones en la preservación del patrimonio huilliche?
"Yo me atrevería a decir que hoy las nuevas generaciones están muy interesadas en poder preservar el valor de sus antepasados. De hecho, tenemos un montón de muy buenos poetas que justamente son de una tradición mapuche, pero hay que ir viendo. Yo soy muy esperanzada, pero también me gusta pisar con certeza.
Yo creo que, por el momento, no hay que dejar esa tarea a los hijos o nietos o bisnietos de aquellos ancestros, sino que también es tarea de la comunidad. En ese caso, nosotros como chilenos tenemos que hacernos cargo absolutamente, desde la academia, desde una intelectualidad mucho más metódica, menos espiritualizada, como se le quiera llamar, pero hay que hacerse cargo también, buscando, poniendo en valor, relevando, poniendo en práctica, aterrizando. Yo creo que tenemos un gran debe como pueblo chileno."
- ¿Qué esperas que los lectores de "Domitila, encantadora de las aguas" comprendan o se lleven sobre su figura y su legado?
"Primero, que era una mujer maravillosa y que era una representación arquetípica de una mujer. Para mí, Domitila es una mujer que, por más que yo la conocí muy anciana y que murió a los 97 años, no tenía edad. Era mujer, era niña, era adulta, era anciana, era juguetona, era seria, era todo.
Yo creo que esa representación arquetípica uno tiene que buscarla dentro de uno mismo. Es una manera muy sanadora de poder pensarse también, no dentro de un paso del tiempo que siempre va hacia la decadencia, hacia la vejez, hacia la decrepitud, sino que pensarse incluso desde muy pequeña, desde muy joven, como una ancianita que uno lleva dentro. Como cuando llegue también el momento, y seas anciana por fuera, sigas pensando como esa niña que llevas aquí adentro. Desde ese punto de vista, es una imagen que, desde la psicología arquetípica, es tremendamente beneficiosa para la representación de lo femenino."
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Con la partida de Domitila Cuyul, perdemos una gran figura cultural y espiritual, pero también ganamos una inspiración duradera. Su legado vive en las historias que Macarena Roca ha inmortalizado en Domitila, encantadora de las aguas y en los corazones de quienes tuvieron la fortuna de conocerla. Que su ejemplo nos impulse a valorar y proteger las raíces de nuestra identidad cultural, reconociendo en cada ceremonia, rito y saber ancestral una parte esencial de quienes somos.