Este cuento no es como los otros cuentos de leones, porque el león de esta historia no es como los leones de otros cuentos de leones.

Él es el más grande, más fuerte y el más imponente de todos los leones que te puedas imaginar.

Su melena es el principal motivo de orgullo y cuando sale a pasear por la ciudad, nunca pasa desapercibido.

Hola, soy Cuco. ¿Has escuchado sobre mí?

Soy alguien famoso y casi todo el mundo me conoce. Algunos hablan de mí como un ser extraño y temible, oscuro y peludo, que se esconde en las sombras. ¡Eso me gusta mucho!

Para otros, en cambio, soy como un pensamiento repetitivo e incómodo que aparece en momentos difíciles.

Hoy encontré a alguien en mi jardín. Sus padres no estaban por ninguna parte.

_ ¡Yo lo cuidaré y le daré todo lo que necesite! - anuncié.

_ Sus padres escarban su comida, ¿cómo lo harás tú?-preguntó mamá.

_ ¡Puedo darle las sobras de mis espaguetis! - exclamé a viva voz.

Ni nombre es pajarito redondo, y vivo con mi familia en un lindo barrio.

Nuevos vecinos llegaron a vivir a la casa 3 de mi pasaje, y son muy diferentes a todos los de mi familia.

Se visten, comen y hablan distinto. Son tan extraños para mí que me dieron un poco de susto.

Mi hermano se llama Alejandro.

Él siempre me hace reír.

Mi hermano anda en silla de ruedas, porque no puede caminar. Dice cosas divertidas, como que él es el único niño de 12 años que va en auto propio al colegio.

Una semilla dormida
en su cunita de tierra,
está esperando la lluvia
para ver si se despierta.

El agua le quita el sueño,
y con sus brazos de rama
va saludando al sol
que sale cada mañana.

Casi siempre juego bien al fútbol, pero esa tarde en el jardín, al patear la pelota, la mandé derecho hacia la ventana de la cocina.

Crash, crack, crunch. El vidrio de la ventana se quebró en mil pedacitos y mi papá salió por la puerta furioso...

-¿Qué está pasando aquí? -Lucas, ¿fuiste tú quien rompió el vidrio de la cocina?

Estaba tan enojado que no me atreví a decir la verdad.

Vemos aquí que las adolescentes, y más las jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de la broma de que a tantas el lobo se las coma.

Extracto de moraleja original de edición de Charles Perrault